Llega al buzón de mi correo electrónico un enlace a la página web de TVE en donde una noticia habla por sí misma de la decadencia de una especie: el corresponsal. En la misma la periodista, enviada por Televisión Española a China, y ayudada por un figurante desdichado por el papel que tuvo que tomar, realiza un reportaje infantil y repetitivo que para más inri fue emitido en diversos informativos de la citada cadena con apariencia de serio. Atrás quedaron los Pérez Reverte, Ángela Rodicio, Juan Restrepo y Pedro Erquicia, entre otros.
En el video, que no ofrece nada nuevo sobre China –los masajes y las pajas–, si acaso el chiste de ver como la periodista, María Serén, llama ‘bragueta’ al pene, en un acto pudoroso que nada tenía que ver con lo que quería contarnos, nos quedamos con las ganas de saber qué le ocurriría al “cliente-cebo”, un amigo de la redactora si es que no era un mismo miembro del equipo de TVE; que ya es penoso que se adentrara en aquel prostíbulo sin cámara oculta, con lo que hubiera dado de sí la noticia, crecido la audiencia y la caja de aquel negocio turbio que como cualquier empresa nació para facturar.
Contar que en China se masturba en los masajes sólo puede estar al alcance de una becaria, que por hechos como éste ayudan a infantilizar al público español que desde sus sofás atienden espantados al emisor plano cuando el happyending lleva siglos campando a sus anchas en China así como las corresponsalías décadas, las cuales deberían poseer un archivo de imágenes para que los nuevos elegidos no repitieran historias tópicas en donde si de verdad quisieron salir adelante debieron pasar al habitáculo, móvil oculto y encendido, y dejarse manosear en directo para el Telediario de las tres de la tarde.
En China la prensa no tiene permiso para acudir al Tíbet y Xinjiang, dos provincias donde se pulen al pueblo sin final feliz y ante la desidia no sólo de corresponsales, sino de empresarios expatriados y diplomáticos. Además, dar voz al disidente tampoco está bien visto si de renovaciones de visados hablamos. Por lo que en un país casi sin fútbol, en donde la política es de teletipo de la agencia Xinhua, no es de recibo narrar, por enésima vez, que en las casas de masajes y karaokes se masturba al personal. Que ya no sólo por el Pulitzer, sino por el orgullo torero, habría que intentar buscar la verdadera noticia: que el gobierno chino aparte de crecer a dos dígitos, económicamente hablando, ejerce prácticas mafiosas contra buena parte de su población. Ayer mismo, por poner otro ejemplo, cinco uigures fueron tiroteados hasta la muerte en el condado de Yankang (Xinjiang) sin que tengamos más voz que la de la policía china que dice que fue “en defensa propia”.